Mañana de domingo. Intento recuperarme de la colonia, eau de toilette o lo que fuera que me sirvieron en un tugurio de aquí del pueblo en lugar de Bombay Saphire. Momento propicio para la reflexión. Filosofía universal en lo cotidiano. Nada en la nada. Los tres estados del huevo una vez que abandona el cascarón y se adentra en los confines de la existencia: -Desnudo con sal. -En la sartén. -En el plato. Y se trata del mismo huevo, nada de extras ni efectos especiales. Sin aditivos ni colorantes del photoshop. Sólo queda adivinar cual fue su destino final.
Esta es la historia de dos hombres que atraviesan un mundo de individuos solitarios. La América de la gran depresión. El trabajo a jornadas en los ranchos. Un hombre que destruye todo lo que toca. Proteger lo que de antemano ya se da por perdido. La obligación a renunciar a lo que se ama por ser considerado como inservible a los ojos de los demás. La raíz buena de las cosas en manos del hombre puede convertirse en algo muy perverso. La inocencia y la bondad como estados transitorios. Las ideas preconcebidas. Siempre hay un rancho, un horizonte que soñar para hombres que saben que no lo alcanzarán.
Paciencia por reencontrase con el pasado, por redescubrir una vida que se abre paso ante un hombre que ha estado en la cima del éxito, que ha saboreado plenamente las mieles de la victoria y la ovaciones del público, pero al que el paso de los años comienza a pasar factura. La soledad de las arrugas ante el espejo. Una habitación cutre y muchos recortes de periódicos. Aferrarse a las cosas materiales como posibilidad de salvación provoca un inmenso vacío. Pasos de baile sobre el ring. Secuencias de acción programada. La gloria a la carta. Y lo peor es bajar los peldaños de la escalera. Adentrarse en la decadencia, intetar darle vida a los recuerdos. Y comprender, que lo único que podemos hacer es luchar, vivir cada día. Una soberbia actuación de Mickey Rourke
La mente humana y sus cavidades ocultas. ¿Puede nuestra mente elegir que olvidar? o mejor dicho, que ocultarnos a nosotros mismos. Recuerdos de algo que un día vimos pero que nunca debimos haber visto. Un esfuerzo por recordar, por encontrar el dolor. Así comienza la historia del Vals con Bashir, un director de cine que busca en lo más profundo de si mismo los recuerdos de una guerra. La invasión del Líbano por Israel en 1983. Un sueño que cruza el mar, las calles. Las Grandes avenidas de Beirut salpicadas de francotiradores, la piel negra de los hoteles de lujo. Los testimonios de los soldados muchos años después. Los recuerdos que perduran. Cuando la juventud dejó de ser inocente, cuando un buen destino turístico se convirtió en un bonito infierno. Pero de todo se aprende, de todo se sacan lecciones magistrales. Las palabras de los que dicen no conocer, los que dicen no haber visto nada, o que más bien se negaron a ver, encierran en si mismo la evidencia del recuerdo.
Creemos conocer las dos caras de la moneda, pero lo cierto es que no podemos ver más que una al mismo tiempo, por tanto sólo podemos suponer que en la otra existe algo que ya conocemos, porque lo hemos visto otras veces. Y suponemos.
Toda esta introducción para ver lo que nos dice un trozo de metal. La pieza en cuestión es una moneda de 20 reales del año 1822, perteneciente al reinado de Fernando VII. En el anverso se puede leer: “Por la Gracia de Dios y la Constitución”. Ésta última mención a la constitución, inédita hasta aquel entonces, hace referencia al trienio liberal, breve período en el que se acabó con el régimen absolutista de Fernando VII. El coronel Riego, encabezó una sublevación que obligó al monarca a acatar la constitución de 1812. Llegado el momento, este rey, llegó a decir una ya mítica e hipócrita frase: "Marchemos francamente, y yo el primero, por la senda constitucional". Y así, mientras que transcurría el tiempo, Fernando VII conspiraba a espaldas de los liberales para derrocarles y volver a recuperar su poder absoluto. No hay que olvidar que su propia personalidad estuvo siempre marcada por el rencor, las conspiraciones (contra sus propios padres, incluso). Al final conseguiría sus objetivos en el año 1823, logrando que un ejército francés, conocido como los "cien mil hijos de San Luís" acudiera en su ayuda. Los liberales se refugiaron en la ciudad de Cádiz, obligando al monarca a acompañarles. Ante la situación desesperada del asedio francés negociaron una rendición con el propio rey, que inclumpió una vez puesto en libertad. Tras la derrota de los liberales, Fernando VII restableció todos sus poderes e inició una campaña de represión contra ellos. El propio Riego acabaría siendo ejecutado. La moneda de 20 reales también refleja la época de crisis económica que se vivía, y es un claro ejemplo del enorme déficit público y de los intentos de reforma de la hacienda estatal que los liberales intentaron realizar, así el formato clásico de la moneda de 8 reales, cambio su valor y paso a ser de 20 reales.
En el reverso de la moneda se muestra el escudo de la nación. En su interior se hace referencia a los territorios peninsulares con los castillos, leones y la alusión a Granada. El escudo es franqueado por dos columnas, que representan a las columnas de Hércules con la leyenda "plus ultra" y hacen referencia a las colonias en América. Colonias que por aquel entonces estaban desapareciendo en sus respectivos procesos independentistas.
En definitiva una moneda reflejo de tiempos de grave crisis política, ideológica y económica.
La primera fotografía que tomé en Italia. Roma, un cartel anunciador de mi marca de Vermouth favorito. Todo un monumento al aperitivo perfecto, con media rodaja de limón y aceitunas, por supuesto. Un vendedor de souvenirs con una chaqueta gris, luciendo un típico lema español: De p... madre. Dicen algunos que el barómetro cultural de un país se puede medir en base a lo que la gente escribe en las puertas de los servicios públicos. La gente no sólo los usa para escribir lo de siempre: Un poco de luces y música psicodelica para animar el ambiente en la plaza del poppolo: Una vista da Nápoles. El objetivo de esta foto, no es mostrar el cartel de la chica, sino las casas semiderruidas que aparecen al fondo. En las proximidades del puerto, todavía existen barrios que no se han reconstruido tras los bombardeos de la Segunda Guerra Mundial. Las tabernas han sido una de las mayores escuelas de conocimiento que han existido a lo largo de la historia para llegar a comprender la cultura popular, la sociedad en la que se vive. Los pompeyanos no eran menos y por eso en su ciudad, había decenas de ellas. En esta de la foto, una de las mejores conservadas, se observa como los ambientes, en esencia siguen siendo los mismos. Al fondo de la barra, una pintura que representa a Júpiter, para que protegiera al dueño del establecimiento de borrachos y ladrones.
Desviaciones terciarias de la luz. La noche del cometa y las largas llanuras del desencanto. El edificio de piedra protegido por la ley de patrimonio. Los visitantes parados frente a él. En sus manos, las cámaras de fotos. El motor eléctrico del zoom abriéndose paso entre tanta carne ansiosa de historia. Parece que no hay nada. Creían que no había nadie, pero de repente, cuando alguien abre la ventana, el humo escapa lejos. Muy lejos. Más allá de los jardines olvidados del pasado.
Una de las cosas que más me gusta de Pink Floyd al igual que The Doors, es su capacidad para alargar una canción: estirar el chicle, darle vueltas al hilo de la cometa, ver como gira la rueda.
Después de que el pasado 17 de diciembre se me secaran las ideas, vuelvo por estas tierras. Esta vez, con un poco de cine. Cuatro vidas, está basada en un antiguo proverbio chino que divide la vida en cuatro emociones: la felicidad, el placer, el dolor y el amor. Se trata de la historia de unos seres atormentados que vivirán situaciones limite: un hombre de negocios (Forest Whitaker), un gangster(Brendan Fraser), una cantante pop(Sarah Michelle Gellar) y un médico (Kevin Bacon). Las historias, aparentemente independientes, están interconectadas, aunque a veces da la sensación de que están algo forzadas. El resultado final es algo confuso, pero aun así están bien construidas, y la película no deja mal sabor de boca.
Hace unos días terminé de leer cometas en el cielo, de Khaled Hosseini. Es la historia de un afgano que rememora su infancia y adolescencia, poco antes de la invasión soviética de 1979. La historia de una amistad entre dos niños y sus repercusiones a lo largo de los años. Las verdades y mentiras de los mayores, con sus temibles consecuencias. El exilio en Norteamérica y la vuelta al país desolado por años de guerra sin control. Vuelvo a lo de siempre, personalmente el libro a veces me parece marcado por un carácter demasiado sentimental, cosa que se compensa a través de la precisa descripción que se hace de algunas de las costumbres afganas, y del Kabul anterior a la invasión soviética, y el de la era talibán.
Sonrisas solidarias que llenan huecos indescifrables. La lectura intransigente de los códigos de barras. El despertar de las horas en la falsa matemática de la perspectiva isométrica. Y cuando miramos con cierto ojo crítico hacía lo cotidiano, descubrimos que hay cierto resplandor en cada una de las piezas del baño. Encendemos la luz, y concentramos nuestra mirada fija en el vacío. Y nos damos cuenta de que todo es apariencia. Los tabiques de pladur son los límites puros del territorio inexplorado de nuestros ojos y sus percepciones distorsionadas. Luego están los diferentes colores, que simulan ventanas del alma, a las que nos asomamos cada mañana buscando el punto exacto de corte de la tierra con el cielo. Como si quisiéramos abrazar la fe con una simple coordenada, un ángulo, o una formula matemática.
Horizontes que se pierden. Luces atrapadas en iris cansados. El silencio de las madrugadas forzadas. El frío en el exterior, siempre el frío. Maniobras de distracción. Penitencias inamovibles de hombre sereno. Ojos que se pierden en caminos que nunca llevan al norte. El vicio de las matemáticas, la gracia apagada del verbo. La espera. La redención. La promesa. La sospecha. El pensamiento y la repetición. Errores que suman y siguen. Atajos de teclado. Golpes sobre las letras impresas. Alguien lee ABC, y se escucha sólo el timbre de la maquina registradora. Los dedos acarician sombras y abren heridas. Se puede hablar con el silencio. Se puede callar con la distancia. Y el infinito termino de las verdades más insospechadas. La generación perdida, y sus neuronas deshidratadas cruzando desiertos que ocultan oasis de alcohol. Horas y más horas. Luego, la expiación. El ruido de los caballos galopando sobre el corazón. La lente fija del televisor. La soledad de la nevera en la cocina, ronroneando a la noche. Y hay pasillos oscuros en la madrugada que es mejor no volver a recorrer. Suelos de terrazo que amortiguan el ruido de las pisadas. Puertas que un día fueron árboles. La blancura del papel. El filtro de la razón, la medida justa de la alegría. Hablar por hablar. Volver por volver.
Mis primeros conocimientos históricos: Mi padre me llevó de pequeño al cine a ver la particular visión del descubrimiento de América de Pajares y Esteso. Todo un clásico para iniciarse en la historia y reírse un rato.
Este es el relato de un hombre insomne que imagina historias en las largas horas de la madrugada. También es la historia de un hombre que despierta en el interior de un pozo, y descubre que la razón última de su existencia es la de llevar a cabo una triste misión. El ineludible compromiso con la causa. La lucha contra el destino. La autoafirmación de uno mismo en los paramos de la nada. La realidad gastada de alguien que ha consumido su tiempo. Dos mundos paralelos que ansían cruzarse. La condena del olvido, el peso del pasado, y las garras del aburrimiento en las horas que quedan por venir.
En esta mañana melancólico-sentimental, influido probablemente por la tristeza propia del tiempo lluvioso, he rescatado unas cuantas fotos de recuerdo.
Recapitularé un poco la historia. Hace ya 5 años. Éramos cuatro chicos (la mayoría, más bien viejunos ya) que compartíamos piso y gastos comunes en la pequeña capital. Cuando uno lleva ya unos añitos viviendo de esta manera (semi-independiente) por más que algunos hablen de independencia, llegas a comprender que la mayoría de los problemas vienen en base al incumplimiento de los horarios de limpieza y el uso ilegitimo de los espacios comunes. Os dejo alguna de las notitas de aviso que por aquella época circulaban por las puertas de las habitaciones de aquel viejo piso de 90m2. Es impresionante el uso que hacemos de la comunicación para resolver los problemas
Agosto de 1914, en las oficinas de reclutamiento de los principales países europeos se suceden las manifestaciones de júbilo y patriotismo desbocado. En aquel mes, se pondrá de moda el matar al prójimo por menos de un duro, o sea por nada. Ideologías trasnochadas, intereses económicos ocultos, estrategias militares oxidadas. Los jóvenes se alistaron convencidos de que vivirían una guerra al estilo de las del siglo XIX, un paseo campestre que antes de las navidades los llevaría de vuelta a casa entre los laureles de la victoria. Pero los arsenales repletos de municiones, las nuevas armas, el empleo masivo de la artillería y las ametralladoras no entendían de nobles ideales, y no tardaron en llenarse los campos europeos de cuerpos sin vida. Poco tiempo después, los hombres cavarían trincheras donde esconderse, y comenzarían a darse cuenta del grave error que habían cometido.
La foto superior muestra a un grupo de soldados franceses que marcha a combatir durante los primeros tiempos de la guerra. Llama la atención el vistoso colorido de sus uniformes rojos y azules, lo que les convertía en un excelente blanco para las ametralladoras alemanas. Unos meses después, los colores oscuros lo teñirían todo, uniformes, campos y mentalidades.
El otro día en el blog de eme vi una entrada que hacía referencia a 31 canciones de Nick Hornby una de esas canciones era Late for the sky de Jackson Browne. El caso es que me sonaba un montón la canción, y caí en la cuenta de que salía en una escena de Taxi Driver. La secuencia en cuestión no tiene desperdicio. Travis, el ser solitario e insomne, consumido por la degeneración de sus propias ideas observa un video musical en el que unas parejas bailan cariñosamente. En el centro del escenario un par de zapatos vacíos. Alienación en estado puro.
Letra: Late for the sky
The words had all been spoken And somehow the feeling still wasnt right And still we continued on through the night Tracing our steps from the beginning Until they vanished into the air Trying to understand how our lives has led us there
Looking hard into your eyes There was nobody Id ever known Such an empty surprise to feel so alone
Now for me some words come easy But I know that they dont mean that much Compared with the things that are said when lovers touch You never knew what I loved in you I dont know what you loved in me Maybe the picture of somebody you were hoping I might be
Awake again I cant pretend and I know Im alone And close to the end of the feeling weve known
How long have I been sleeping How long have I been drifting alone through the night How long have I been dreaming I could make it right If I closed my eyes and tried with all my might To be the one you need
Awake again I cant pretend and I know Im alone And close to the end of the feeling weve known
How long have I been sleeping How long have I been drifting alone through the night How long have I been running for that morning flight Through the whispered promises and the changing light Of the bed where we both lie Late for the sky
Como la última semana he andado bastante desconectado estudiando, tengo poco que contar, así que dejo unas cuantas fotos:
El falso perro de mi abuela, junto a una planta artificial. Esta figurita de decoración de mirada extraña lleva más de 30 años observándome cada vez que entro a su casa.
La reformulación de la teoría de los cuatro elementos en plan casero:
Cuando empecé a leer esta novela, supuestamente autobiografica sobre A. Nothomb, me gustó bastante el enfoque de las primeras páginas: cómo se describen los primeros meses de vida de un bebé que descubre el mundo y se considera a si mismo como Dios. El contacto con la naturaleza y la lógica de los adultos. El reto de crecer. Luego el relato toma cierto carácter nostálgico, limitándose a describir el Japón durante la infancia de la protagonista. La visión desencantada de las viejas elites que perdieron la guerra, la fascinación de los occidentales por la civilización nipona, los valores propios de dicha cultura. Y es ahí, donde me parece que la narración pierde fuerza, limitándose a describir hechos durante los tres primeros años de vida de la protagonista. Quizá se podría haber aprovechado un poco más la originalidad del planteamiento inicial.
En el siglo XVI, un grupo de hombres liderados por Lope de Aguirre (Klaus Kinski) inician la búsqueda a través del Amazonas, de El Dorado. Un viaje lento y pesado (como a veces el propio ritmo de la película) por una selva y un río que irá descubriendo el lado más oscuro de los protagonistas. El propio Lope De Aguirre sucumbirá a sus delirios de grandeza y perseguirá su sueño hasta rayar en la demencia. Más que centrarse en aspectos históricos la película parece realzar la personalidad de Lope De Aguirre, (sobre)interpretada por Klaus Kinski. Como no podía ser de otra manera los miembros de la expedición empezarán a mosquearse entre ellos y acabarán repartiéndose leña en mitad de la selva con consecuencias nefastas para la expedición. Uno de los aspectos que más llama la atención es la larga secuencia que muestra a los supervivientes montados en una balsa que desciende por el río. La escena da la impresión de sumergirnos en una especie de estado mental pseudoparanoico que recuerda a las experiencias con el LSD propias de la época en que se rodó la película, los setenta. Un viaje hacía ninguna parte que irá engullendo lentamente a los soldados españoles. Esta escena recuerda quizá un poco a Apocalypse Now, en el viaje interminable de la patrullera por el río. Aunque en el caso de “Aguirre, la cólera de Dios” el descenso a los infiernos será a través de un Amazonas desesperanzado, repleto de soledad, psicodélica y locura.
Acabo de volver de unos días de vacaciones. Poco que contar, he conducido un montón por la gran isla balear y he disfrutado de sus paisajes y sus playas.
Gracias a Dante y su blog "monstruos invisibles" por haberme mencionado en su premio al esfuerzo personal.