miércoles, 22 de enero de 2020

Las estrellas se cayeron, y tumbaron el resultado. Tu falda y la imaginación, es todo por ahora. No necesito más. A través de los días, el cuerpo ha caído, en la arena como en la orilla del infinito. Grandes saltos en la pista de aterrizaje, cuando tú ya no estás. Y como compensamos el verano, cuando en la hora de la nueva salida, tus recuerdos se entremezclan, se revuelven como una serpiente que se remueve como en el propio eje de su propio error. El azul y la música, espectros que se contaminan en el pensamiento, se hacen mariposa en tus labios.

jueves, 16 de enero de 2020

Una vez concluido el día, el presente se envuelve entre las sábanas. pero poco antes, de camino a casa, Un hombre silva canciones del oeste. Nunca es un lugar demasiadas veces visitado. Y Todas las soledades son una mierda, cuando las piensas friamente, igual que las sociedades, como casi todo, pero al final, te echo de menos cuando estoy cerca del mar, porque me acuerdo, y aunque ya un poco lejos, tras la puerta, en tu salón solamente se servía vino. Escarcha y finas fragancias escogidas que me excitaban en pura desmedida. Los labios y sus signos, sin saber leerlos es fácil desearlos, morderlos en la clandestinidad. La piel es libre, y se busca, se encuentra, en su rozamiento natural. Y se recuerda. Miras atrás, Y el horizonte se tiñe de blanco cuando llega el olvido. Entre tus ropas se frenan las manos, y al mirarme me convierto en estatua de jardín de entrepierna efervescente. Y si miras en el interior, pese a la clausura, veras naufragios. A ti que eres hueca, silenciosa e indolemne. Fría y superficial.

miércoles, 15 de enero de 2020

De todo este tiempo, de todas las horas juntas, de todo lo que hemos abusado, no nos queda ni integridad ni concepto mínimo de lo que es el amor. De sus cenizas sólo sale abono para fertilizar campos nuevos. Y yo me quedo en casa. Pero en el fondo, nada de eso importa. En la mitad del camino, aunque creo que al 50% nada somos, por lo que queda, y lo que se nos cayó, del naufragio siguiendo la luz hasta su previsible final, no queda más que el frasco del perfume. Si yo hubiera sido un futbolista libre, como aquel que de tu pueblo lo ficharon y no pisó el tren por amor, cuando tú se lo pediste, porque llorabas imaginando la ausencia, si ahora yo no tuviera barriga ni muchas horas libres, como se puede ser tan subnormal de sacrificar el futuro, y tú, como es natural, cuando aquel futbolista no pisó el escalón del tren, al tiempo, te fuiste con otro. Y al final, todo es para nada.