miércoles, 12 de agosto de 2020


El aire del verano y las fuerzas opuestas. Si me lo llegaran a decir hace unos meses. Lo terrible apesta todo, y pese a cerrar las ventanas te sientes indefenso. Hay quien piensa que la muerte, invisible camina a su lado. Y tú, torpe sombra que has venido conmigo, y te has perdido en tus propias palabras, el castigo es nuestro aliento surcando un hueco que no culminara. Estos grandes saltos en busca de hazañas, han acabado por desgastarme, indefenso ante el teléfono en las noches rotas. Las horas sucias y el hedor asfixiante de las heridas remojadas. Mis faltas de ortografía, mis falsas pasiones. La avaricia, la puta avaricia incontinente. Y sus delirios. Como no pensar que el espacio que ocupo no es más que una agrupación de materia orgánica sujeta a una conexión delirante de artilugios pretenciosos. Como follar con muchas, y llenar de pequeños salvajes sedientos de las mismas preguntas los próximos años. To pa na. Como decía mi amiga italiana que era su frase favorita en español. Como dormir a pierna suelta y no acordarme de ti. No acordarme de mí.  Como sería no tener nombre, no ceder ante el ego, ante la montaña rusa que abala nuestras pretensiones, como ese tiempo innato que había antes de nacer ¿Que recuerdas? ¿Oscuridad tal vez? Incluso querer rellenar el vacío con el color negro es egocentrismo puro y duro. Y más aún querer rellenar los huecos de la carne y el alma con sustancias complacientes. Aún así, en esta noche seguimos aquí.