miércoles, 26 de junio de 2019


Vísperas de julio. Las chicas con vestidos ajustados a rallas, sus labios pintados, y sus hermosas cintas floreadas recogiendo su pelo, y yo sin saber que decir. Sin saber hacia donde caminar. Todo arde, todo se difumina entre el calor y los olores.  Los tuneles estrechos de los callejones del centro  de Murcia. Los dias que se van y sus flechas que te atraviesan como graznidos de muda supervivencia. Como los extraños signos, como la soledad, frente a mí ellas me contemplan pero no me hablan. Queda mal hablar de follar, tras haber pasado un día de mierda de trabajo, de no estar verdaderamente. De no saber verdaderamente  como eres con esta rutina . Como si no fueras uno mismo, mientras no estas en tu lugar adecuado. Y si lo piensas, alguien te dirá: "Yo no puedo hacer nada por ti" Que les den. Yo soy como ellas, un resquicio autocomplaciente  en la soledad, en su silencio. Todo mal. El viejo pueblo con los rincones escondidos. El frío, el pasado y el cuerpo definitivamente absorbido por el sueño, ya rendido, pero siempre mecido hacia el viento. Como un jodido cabronazo autentico que busca su pasaporte en tu bolsillo hasta hacerte cerrar los ojos. Mientras la escritura sin alma inadvertida, perdida en el sudor humedo, sin nada que decir, ni una excusa para defenderme, ni un plano para saltar y esfumarme.

miércoles, 19 de junio de 2019



Noches que he jugado al fallout 4 explorando el yermo en solitario, negándome a jugar online. Negandome a matar a otro. Me decía a mi mismo que era por principios, tal vez simplemente fuera por la necesidad de no interactuar con nadie. Un nuevo punto de partida al final del extremo. Y me acuerdo que me planteaba entre abrime otra cerveza o sentarme aquí delante del ordenador a escribir. Y bebí muchas cervezas. Dormí muchas noches con la cabeza torcida en el sofá. Tantas que ni me acuerdo. La herida frente a la caja de capacidad azul, cuando se abre sale el chorro. Tu corazón acaba de explotar. Y vas a querer otro vaquero.Vas a querer no volver a pensar. Ya tan lejos, con las manos cansadas y la mente diezmada. Música que no dice adiós, y cucharillas para el postre. Subimos de nivel, y adquirimos nuevas capacidades, mientras perdemos algo parecido a eso que llaman alma. Doble negación, y en las noches, en el silencio que no nos plantee ninguna encrucijada. Decidir es una mierda, y mientras tanto todo lo que pasa. ´Los escupitajos, las maldiciones, La gente cercana, lastrada, condensada en la bebida, en la conversación vacía, el gusto redifinitorio que entierra a la emoción. Nunca te has parado a pensar en los años, los siglos, la desesperación, el templo patas arriba, y los besos que no olvidas. Y todo aquello que no has dado, porque aunque por mucho que lo pienses, por mucho que vayas de guay,  nunca ha existido. Pienso en el bajón, ponerme una serie y olvidarme del amor y las sustancias que me hacen sentir bien. Ya volvemos a pensar, perdidos con monstruos, solitarios en el bosque, irradiados de ausencia y despedida. Las perdidas y las drogas.  La entrada VIP a la discoteca, la sensación y la sonrisa del DJ jilipollas. Dientes en la boca polvorienta. Como si todo lo bueno fuera todos los días, y no existiera la ansiedad, latidos lentos, y el lecho bajo la cúpula lunar. Todo eso bajo tus ojos.












miércoles, 5 de junio de 2019


El aire, el razonamiento y el polvo. Escuchas pero no atiendes a nada. Quiero alcanzar el borde de tu falda. Soplar y cerrar los ojos.  La caja de cartón reteniendo los pensamientos, y el magnetismo de la voz de la diosa indie entre las brumas. Días en los que soñaba, saltaba hacía lo desconocido. O eso creía. Y como todo eso en la lentitud de los mecanismos cotidianos me ha atrapado. Un bucle. El infierno y tu punto de vista bajo un ojo de cristal. Diminutas particulas se acumulan sobre el marco del cuadro, donde nadie mirará, mientras el lado oscuro y salvaje entra en ebullición. Tus palabras eran mentiras que se camuflaban como la espuma en un caudal de indiferencia. Y no se veía nada. Todo valía. Casi nunca me acordaba, y no había con quien hablar. Y a pesar del viaje en el tiempo, todos dormían. Las horas oscuras en la noche, siempre tan raras. Tus ojos. El abismo. Decir que nadie cruzará este umbral, oír ruido de pasos tras de mí. Y al despertar, me decías que no sabías de que hablaba.