sábado, 19 de noviembre de 2016

El orgullo, y su fuerza de transición, como un desastre, como el amor y la enfermedad. Enciendes la chimenea, y preñada la luz calla la sombra. Con un transistor que emite intermitentemente señales de dolor y ternura te deslizas ante mí como una fuerza ajena que me hace caer. De la rosa un tesoro, suerte incorrecta infinita, que asoma a la desdicha como un recuerdo. Estornudas y yo te contemplo como a la bebida, mimetizado con las cortinas, en comunión con la nada, ansioso de llenarme de ti. Llueven los números y pienso en salir de fiesta y presumir. Y engancharme a algo cálido que me haga olvidar. La mierda y el espacio. Tanto te anhelo que hasta de ti se me perfuma la sangre. Soy una interrupción, un paréntesis en la tarde agonizante, un tequila y un espacio cuadrado. Salgo de la madriguera con la carne encendida, atravieso el cesped del jardín entre crujientes destellos de hierba rota. Los arboles y los ojos, como un misterio, buscando la estrella polar, como el agua que cae, húmeda, razonable y sincera. Te acoges a mí con la llamada al hambre, te asomas, te restriegas y yo me sumerjo en ese juego de aceros y silencios que de alguna forma me hace sentir cerca de ti.

sábado, 12 de noviembre de 2016

Más allá de noviembre

La espuma, esencia de vida, padre de los cielos y madre majestuosa del oceano, que me relaja, y gira en mi boca atrapada por mi sed. Hay carne deseada en mil noches y palabras atrapadas en tormentas. Me abrazo a las palmeras. No puedo morder el pan, pero ansío con todos mis afilados y emplumados colmillos todas sus migajas. La memoria me trae recuerdos de viejo, de rey del frío, orinando en un cuarto de baño de mármol de pedigree mientras me miraba el ombligo. La memoria me trae recuerdos de vermouth, mientras me tomo otro vermouth, pero ya no es el mismo sabor, ni tampoco la misma sensación. Ni tampoco lo espero. De una época mirar al techo ver un artesonado y pensar en Carlos V, y su madre, trayendolo al mundo en un retrete. Cuantas cosas que contar sobre la taza de un wc, la vida y la muerte que quieres olvidar. Diciembre a las 3:30 de la mañana. Y luego es empezar. El nuevo orden es una realidad que se explica con trozos de tiempo y barra de bar. La caridad es un beso, un beso anclado en mi barba perfumada por el rocío de la flor del desierto. Del presente fluye la resurreción con pequeñas dosis de rechazo intermitente. La furia y el amor, contra el tiempo, como un reflejo, tocando la carne, saboreando la herida.