miércoles, 31 de agosto de 2011

La ciudad de las palomas



Existe una gran aceptación popular en cuanto al concepto de maldad social que suelen tener estos animalitos cuando se concentran en exceso en algún lugar. Buena muestra de ello pueden darla aquellos que han tenido un trato cercano con ellas, como algunos arquitectos, que observan con horror como estas aves decoran a su gusto fachadas y estatuas ecuestres, pese a medidas extremas como electrificar cornisas y demás, convirtiéndose en exceso en un tormento para la vida moderna urbana.





A partir de esta discriminación hacía las palomas, comienza la historia de Tomeo: un día despertamos solos en nuestra ciudad, y lo único que nos rodea son las palomas ¿que haríamos?

El fin de unas vacaciones


Se acabaron las vacaciones. El ocio en exceso es malo (eso dijo algún adicto al trabajo) y aunque el trabajo sea definido por algunos como un castigo bíblico, es un mal necesario. Todos tenemos que pagar facturas: a los monopolistas abusivos de la luz, el gas, el agua, Internet. Ya ni siquiera los productos de primera necesidad como las tapas y las cervezas mantienen precios relativamente medios. Menos mal que respirar (al menos hoy) es gratis.