miércoles, 12 de agosto de 2020


El aire del verano y las fuerzas opuestas. Si me lo llegaran a decir hace unos meses. Lo terrible apesta todo, y pese a cerrar las ventanas te sientes indefenso. Hay quien piensa que la muerte, invisible camina a su lado. Y tú, torpe sombra que has venido conmigo, y te has perdido en tus propias palabras, el castigo es nuestro aliento surcando un hueco que no culminara. Estos grandes saltos en busca de hazañas, han acabado por desgastarme, indefenso ante el teléfono en las noches rotas. Las horas sucias y el hedor asfixiante de las heridas remojadas. Mis faltas de ortografía, mis falsas pasiones. La avaricia, la puta avaricia incontinente. Y sus delirios. Como no pensar que el espacio que ocupo no es más que una agrupación de materia orgánica sujeta a una conexión delirante de artilugios pretenciosos. Como follar con muchas, y llenar de pequeños salvajes sedientos de las mismas preguntas los próximos años. To pa na. Como decía mi amiga italiana que era su frase favorita en español. Como dormir a pierna suelta y no acordarme de ti. No acordarme de mí.  Como sería no tener nombre, no ceder ante el ego, ante la montaña rusa que abala nuestras pretensiones, como ese tiempo innato que había antes de nacer ¿Que recuerdas? ¿Oscuridad tal vez? Incluso querer rellenar el vacío con el color negro es egocentrismo puro y duro. Y más aún querer rellenar los huecos de la carne y el alma con sustancias complacientes. Aún así, en esta noche seguimos aquí.

martes, 19 de mayo de 2020

Nunca lo vi más claro hasta que no tuve nada delante. La ausencia de deseo. El amor es como una avaricia desmedida. Solamente cuando se deja ir se comprende. La piel libre, sedienta y desenfrenada, como caballos que recorren un puente sobre un abismo, inconscientes pero decididos. Arrasaran con todo. La ciudad por muy grande que sea no tiene nada que hacer, ante la inmensidad del plano del corazón que late solitario elevándose sobre el naufragio. Y de todo esto llegará un momento en el que solamente podrás suponer, y aunque al principio dolerá, con palabras que es difícil expresar, luego aprenderá a vivir contigo. Y la paz emanará del silencio, por encima de todos los domingos hundidos. Somos lo que tiene este momento, lo que entretiene a la muerte. Dejar pagadas misas, por años, decorado de asfalto sobre la herida desnuda. Triste basura masticada de tibias de alfabeto. El hombre y el viaje. La pluma que se desliza fría y lenta sobre la rugosidad del papel, y el miedo a la página vacía. Tocar el norte con los dedos, soñando el sur con los labios. Y el olvido que ha sembrado trozos de nosotros, como cristales que se difuminan en la noche infinita.

martes, 17 de marzo de 2020

II 
Estremecido cuando tiene.
Todo Cuanto fuimos ya fue vivido.
Pienso en calma y siento tu mano. Cristales de memoria. La obligación, y el interior de las habitaciones. Trayectoria del pájaro oscuro, que en su hueco de refugio atraviesa la dermis y se hace tuyo. El pecho calentito. Trigo y huevos. Las caricias de los cuerpos, los bares. Todo lo que hecho en falta. El cielo se ha estrellado en un barril, y escribo mi nombre en un documento en negrita que me piden del trabajo. Y que nadie leerá. Como me gustaría soñar sin mí. Libre de aposentos, de reclusiones subrogadas. Ser el aliento de la esperanza, y no la llave de la lagrima seca. Sin zapatos y sin correo me siento más bajito. Desde su estrella él la escuchaba, y ella susurraba bajo la luna mientras el cochero agitaba los caballos en la noche. La noche estremecida, moldeada artificalmente como un sostén indefinido el cuerpo rendido a la evidencia. Y todo ese silencio, las palabras de mamá. Que lejos está. Sangre y metal. No te rindas, no dejes de luchar contra el suave murmullo de la derrota. La ausencia de dolor no es energía para un corazón, leña de un destino compulsivo que se agota en el vacío. Y mi cerebro se despeja del refugio bajo tierra, y anhela, desea. Cuanto me agradaría volverte a ver. Mirar las flores y la tarde con esa luz intensa que todo lo rebaña. Y sin embargo, esta realidad inoportuna. La máscara de los huesos, la ilusión un millón de veces vivida del bombeo de los pulmones, y la pretenciosidad, enérgica, suave de este cuerpo, que ser algo más que espacio ocupado en su recorrido final. El gemido y las bacterias, todo aquello que no vemos pero nos órbita. Nos limita, y nos define. En las entrañas, gentilezas propias del ciclo minimalista de la respiración. Las caricias no te salvaran, porque no vuelven a la mano cuando estas solo. Cuando todo, repentino y quieto se hace eco de ti. Y volar de un salto de página a otro. Perdonar ya no quiero, porque no guardo resentimiento. Me da igual. Años atrás, perdí casi todo,hasta el odio. Que también se fue. Y a pesar de las almohadas acolchadas, de las mujeres fumando, sigo encontrando colillas en el suelo de mi habitación. Y con todo ese dinero, tu cráneo se puede considerar cabeza de un esqueleto afortunado. Un ser a media luz, ya vivido, ya pensado, reciclado y de espíritu reciclado, pero luz única blanca pura y sencilla. Y tú En tu terraza inmaculada, con olor a a azahar, mientras lees una revista en la noche de verano, y no te das cuenta de la salamandra con sus oscuros acuosos ojos almendrados te observa, te circula en la distancia y devora regiones asoladas de mosquitos y arañas ponzoñosas en pro de tu beneficio. Si yo te volviera a ver, sin duda te volvería a esquivar, aunque me dañara, de nuevo, recursiva e irremediablemente por dentro.

lunes, 16 de marzo de 2020


 Una mosca, un cuerpo inerte que flotaba. Un esputo. Noche y día vacías las alas, y el rumor tenue, como un animal que huye. Luego el fuego y las falsas confesiones escogidas. Es música y dios se derrite de los libros. Entre tus manos. Y miras a otro lado. He vuelto a ensuciar sin querer la tapicería. Y cuando miras el reloj se hace interminable el encierro. Algo escasea, la lengua se relame, y el corazón escarchea sediento de amor. No hay nada. Todo esto ha sido terrible, pero no hay nada. Destello de dientes rotos. Luego lo has pisado, y las sandalias se han roto. En la desnudez de los pies, como minutos temblorosos se marca ese borde del espacio en el que soñaste una vez que eras algo más que una espera.

miércoles, 4 de marzo de 2020

Siempre que tengo ganas de orinar y no me concentro, pienso en Amancio Prada, y en su concierto en la casa de la cultura de Bullas. Y los almendros en flor que vio por el camino, y nos recordó a los allí presentes con gran emoción. En todo aquel escenario. Me sabe mal, pero es la verdad, recordarlo me relaja y las ganas de liberarme vienen bien a mí. Siempre que no puedo mear en un baño publico me acuerdo de él, y de esta canción. Eso sí, con el máximo cariño. La tierra y la tiniebla, en mí navegando inquietas, al llegar la noche los adictos tienen descuento en todo lo escrito. Como soy un muerto en tu taza de té, cuando tu amiga te pregunte por temas personales., miraras para otro lado. La delicadeza y el silencio, todo lo que nos importa, se desliza por un hueco de olvido frente al tiempo.

lunes, 24 de febrero de 2020

Los labios y sus misterios,como se tocan. Se miran, se buscan. Son los ojos, como se ocultan, se deslizan y se mimetizan en la raíz de la palabra, como un pájaro derribado por los dioses. Los pasillos de nuestros silencios, pintados de palabras antiguas vuelven a enmudecer cuando nos vuelven a ver cruzarlos en zig zag en la noche langideciente. Los palacios, las esquinas del corazón, los huesos y los golpes de la luz, y alquien que te toca en el hombro, y te das cuenta de que tienes que controlar. Y están lloviendo palabras vacias de memoria, en su tímida e insignificante mirada.

miércoles, 5 de febrero de 2020

Salir con traje, vestido, con los brazos cansados como ramas de olivo. La estación ha cambiado aunque es pronto para saberlo. La vida y el amor, como estacas clavadas en el corazón. Punto único de la espera ante el olvido. Y Europa ha vuelto a revivir.Todo ha vuelto a cambiar. Nos hemos vuelto a reinventar. Paseo al perro de mi madre, mientras un gordo transita de un extremo a otro de la calle, montado en una minimoto trucada. Esta casa no la compraré. De la cinta VHS que pusiste las voces devoraban y arrasaban, confundidas en la inmensidad del silencio. Me mantendré como estoy. Mientras algo más mayor, más voraz, a la espera, me devore. O al menos, yo lo piense.
Sobre tus muslos, el jugo, el espejo negro, y la noche sedienta, el pergamino sobre el que escribiremos.

miércoles, 22 de enero de 2020

Las estrellas se cayeron, y tumbaron el resultado. Tu falda y la imaginación, es todo por ahora. No necesito más. A través de los días, el cuerpo ha caído, en la arena como en la orilla del infinito. Grandes saltos en la pista de aterrizaje, cuando tú ya no estás. Y como compensamos el verano, cuando en la hora de la nueva salida, tus recuerdos se entremezclan, se revuelven como una serpiente que se remueve como en el propio eje de su propio error. El azul y la música, espectros que se contaminan en el pensamiento, se hacen mariposa en tus labios.

jueves, 16 de enero de 2020

Una vez concluido el día, el presente se envuelve entre las sábanas. pero poco antes, de camino a casa, Un hombre silva canciones del oeste. Nunca es un lugar demasiadas veces visitado. Y Todas las soledades son una mierda, cuando las piensas friamente, igual que las sociedades, como casi todo, pero al final, te echo de menos cuando estoy cerca del mar, porque me acuerdo, y aunque ya un poco lejos, tras la puerta, en tu salón solamente se servía vino. Escarcha y finas fragancias escogidas que me excitaban en pura desmedida. Los labios y sus signos, sin saber leerlos es fácil desearlos, morderlos en la clandestinidad. La piel es libre, y se busca, se encuentra, en su rozamiento natural. Y se recuerda. Miras atrás, Y el horizonte se tiñe de blanco cuando llega el olvido. Entre tus ropas se frenan las manos, y al mirarme me convierto en estatua de jardín de entrepierna efervescente. Y si miras en el interior, pese a la clausura, veras naufragios. A ti que eres hueca, silenciosa e indolemne. Fría y superficial.

miércoles, 15 de enero de 2020

De todo este tiempo, de todas las horas juntas, de todo lo que hemos abusado, no nos queda ni integridad ni concepto mínimo de lo que es el amor. De sus cenizas sólo sale abono para fertilizar campos nuevos. Y yo me quedo en casa. Pero en el fondo, nada de eso importa. En la mitad del camino, aunque creo que al 50% nada somos, por lo que queda, y lo que se nos cayó, del naufragio siguiendo la luz hasta su previsible final, no queda más que el frasco del perfume. Si yo hubiera sido un futbolista libre, como aquel que de tu pueblo lo ficharon y no pisó el tren por amor, cuando tú se lo pediste, porque llorabas imaginando la ausencia, si ahora yo no tuviera barriga ni muchas horas libres, como se puede ser tan subnormal de sacrificar el futuro, y tú, como es natural, cuando aquel futbolista no pisó el escalón del tren, al tiempo, te fuiste con otro. Y al final, todo es para nada.