sábado, 22 de septiembre de 2018

¿Y si no me quiero volver a levantar?


Existen las cosas, esas que nos hacen alargarnos en las horas, esas que tanto nos gustan, como si fuéramos elásticos, criaturas contradictorias, restos de un árbol que ha caído de sus ramas vacío al deseo. Todo lo que es una invitación a algo maravilloso es un testigo de la noche. Un ojo que mira y se dilata. Con la calavera detrás, los huesos, y las manchas negras discontinuas no uniformes que tanto miedo dan pensar. Da miedo pensarlo, porque lo que hay ahí es peor que el abismo. ¿puedes pensar en algo más siniestro que un abismo? Las uñas siempre tratando de resucitar, y la gente que asiste al espectáculo, entre el público se han fijado en la vajilla, su brillo, su color, aunque ya no recuerdan el menú. El corazón una vez más ha vuelto a dar en el barro. Con toda su consistencia. Una tubería sucia y oscura, por la que transitan los asuntos del amor y la razón. Lo que tu soñabas, era sólo un rastro, una huella en el desconsuelo. La ciudad se resuelve por las mañanas, y se deshace en los lametones de sus heridas al atardecer. La noche es un largo túnel donde sólo el alcohol y los besos, amortiguan el peso oscuro del silencio, en una medida inimaginada, donde el viaje es una idea, donde la idea una percepción. Me despierto, me vuelvo a levantar, pero no te vuelvo a encontrar.

viernes, 7 de septiembre de 2018

Fue fugaz, breve, efímera,
como una rosa
Aunque no me dio casi tiempo a verla,
 y mucho menos a olerla,
en cada momento
siempre recordamos
lo que es la esencia de una rosa.

jueves, 30 de agosto de 2018

Viernes

A medida que hablo me alejo más del tiempo, de su relativa sobriedad, me dejo vencer por el conformismo. Aunque tengo claro que de este fruto de la inercia, ya no seré yo. Esto que veo en el espejo, más viejo, menos dañino. Aunque tenga claro que no me encontrarás, la verdad, es que duele menos. Y hay otras formas, luces, risas y escaleras, pero no son para mí. No lo veo tan claro. Al menos eso creo. La gente ordena sus palabras y satisfacen todo cuanto place a sus cuerpos. La ven detrás a la muchacha, a través de una máquina que funciona con dolor y pájaros que caen. Con su nuevo vestidito azul. Cuando la miras. Esta fe, esta incierta mística literatura que aleja más de Dios a la pluma cae un poco más, , muerde un poco más el polvo en la noche. Pierde más a la razón. Aunque puede que realmente tampoco importe. Sólo la cerveza es más popular que la sangre. Hay una curva en cada cosa buena de esta vida. El sexo y sus manantiales cristalinos, la sensación de alivio, de tenerlo todo hecho al despertar. Me faltaba justo lo que buscaba, pero me he dejado llevar. En este viento, que me adormece y me acompaña, mientras el coche me lleva y me hace soñar. Y recordar de camino a casa, todo lo prestado.

miércoles, 1 de agosto de 2018

Los cumpleaños son para las estrellas


< Cuando vas a un cuarto de baño ajeno a orinar y hay una ventana es inevitable mirar a través de ella. Es un acto reflejo, casi como sacudirtela cuando terminas. Lo haces y no sabes porque. Es como en algo pasa con Mary, meas y bajo tu punto de vista todo es inocente, y sin embargo, desde el otro lado eres considerado de lo peor. Una tarde, una buena tarde de ir varias veces al cuarto de baño, de observar los geranios del piso de abajo. De aguantar a una perra cuyos dueños le hablan como aun  macho,que  anuncie a bombo y platino cada vez que entras y sales, cada vez que levantes la voz. Nunca dejan de juzgarnos, ni tan siquiera cuando no tenemos nada que perder. Collages  de revista adolescente en la puerta del frigo. El tiempo corre, y el vodka aromatizado polaco arrastra vientos de cambio, nuevos proyectos, y esa nube suave y liviana que me mece lenta y dulcemente. Las orillas que imaginamos nos llevan a una juventud, una trastienda de reuniones selectas en la que todo parecía mejor. El mundo suyo, nuestro, y las letras flotando, coordinándose, encajándose. Como se puede, se vive. Y como se puede, se ríe. Las huellas de las garras sobre el cuerpo, que el momento, los minutos junto a la buena gente, que la ilusión se las borre. Y me acuerdo que yo he venido aquí a dos cumpleaños, a estrechar dos manos.  Y un abrazo. A no pensar, a desflorar el vacío, a desojar las incertidumbre de la enfermedad. A enterrar a la biología  y su destrucción en un foso escondido, ocultarla de nosotros, engañar al tiempo presumiendo de que aún somos jóvenes. ¿Que fuimos en el pasado? Sin posibilidad de volver, nos dimos a las buenas conversaciones, los licores y la compañía. La luz siempre abre la posibilidad de hacer desaparecer el hechizo. Hemos hecho, hemos querido, y ni la emoción, ni el ruido, ni el esqueleto aguantan la inseguridad y el peso del vacío, ese que te queda, que te dejan,  cuando todos se van, y te quedas solo.
Es injusto.
 Y Recorremos de vuelta,  las  calles de esta ciudad desierta, y sondeadora, que desafía a quien la quiera mirar de frente en su período de calurosa rabia femenina. Porque sí, aunque me miren mal, aunque me ensarten, esta ciudad es femenina y ama y odia por igual. Y a mí, en casi todos mis momentos me habita. Y yo la dormito.
Creo que después de todo, ha sido una buena tarde, dos cumpleaños para tres cumpleañeros. Copas, brindis y abrazos.
El futuro no importa.
Los buenos momentos, por los malos momentos.

martes, 10 de julio de 2018

Ojalá el dolor explotase como las flores, se sintiera como las flores, en su lenta agonía,  en su efimero resplandor de liberación y en mil pedazos acariciase al final, como una superación de un mal recuerdo, y  sólo quedasen retazos de color y aroma a primavera. Resueltos despojos de redención adornando con dulzura el lecho de la batalla. No existe nada más injusto que el dolor.  La soledad, dices de la soledad, hablas de la soledad, lo primero que escribiste fue sobre la soledad,  pero es mentira. La soledad sólo duele de verdad a los viejos y a los desamparados. El resto es un capricho burgués de refinada melancolía. El dolor propio, el que duele de verdad, nos asoma un poco más a ese abismo del que venimos, al cual vamos. No podemos pensar en Dios cuando hablamos del dolor propio. ¿donde se encuentra  cuando este aprieta de verdad?  El otro, el dolor de los demás, es pura especulación de nuestra capacidad de empatizar. Depende de lo que seamos capaces de amar, y de ese sentimiento  hacía otros. De nuestro autoinducido dolor, nacerán las lagrimas por alguien distinto a nosotros. Las derramarás, sentirás las células, los dientes y las trampas del tiempo. Lo que esperas, la verdad, las manos deseando aferrarse a algo, a alguien, son lo opuesto al hueco de la sombra. No hay nada en nuestra carne que nos acerque más a lo divino que lo que amamos, lo que sentimos de verdad, aunque no nos guste, aunque esto mismo no nos quiera. Aunque nos destruya esa suerte de espíritu extraño que nos ahonda y se aferra a los diminutos hoyuelos de nuestra piel con sus inacabables filos.Aunque sintamos que hayamos perdido la inocencia, que viajamos en un tranvía con trocitos de nosotros mezclados con los que nos han dado otros,  aunque nos guste hablar con las camareras, y nos creamos sentir un poco especiales. Y que elevemos a credo el poder de su mentira. De la buena mentira, de esa que ahora a ti te hace querer tener cerca a esa persona que te llena el espíritu y la carne, y te hace creer que hay para ti un hueco reservado en la eternidad.


sábado, 30 de junio de 2018


Viéndote en las huellas que dejaste en la arena perdida me siento atrapado en una extraña espera, de esas de estancia vacía. Unos segundos antes, muchos años antes, yo era. Yo fui. La ventana abierta, y la conciencia sedada. Tan callado y neutral que de mí, a pesar de la suplantación natural laboral diaria, no sobrevive más que lo que se pierde. Lo que me falta, lo que se difumina. La foto y la mano convergen en el mismo punto. Todo en el mismo lugar. Perdido, sin luz, en el imperio de las sombras, y sin tregua hasta el ansia del amanecer.  El éxtasis. La sangre y los recuerdos que cabrones e inmensos se amontonan. Se disipan se vuelven hijoputas y se revuelcan en su propia desidia y caída libre. La misma mierda. El silencio inunda el cubículo, y hoy creo que te pierdo. Definitivamente. Y aunque no te vea, como siempre no ando lejos de ti. En sueños, en interminables conversaciones esperando trenes de paso, con su rapidez. Ante el espejo. Con su lenta agonía. Para que no me veas, para que no me sientas. Aunque de pronto son años. Detenida. Como diría Silvio Rodriguez. Del tiempo, de lo prohibido, Corriendo hacia el delirio se ha encendido la llama perdida en los suburbios. Y la rosa, en su explotar lenta, exuberante, anclada, y pestilente, en la miseria del recuerdo. Rojo sediento perdido en la noche. De lo que queda, no hay nada más noble que una foto. Como en un laberinto, procuras ser fiel a tus principios, aunque se te rompa algo por dentro ante la incertidumbre de la repitición. Sin rumbo en la madrugada, somos helio insuflado en un globo, que por mucho que suba, ya sabemos como acabará. El peso de las horas no engaña. Postureo,  y tomando el fresco en una terraza, aguardando el moento.  Escribiendo, en la certeza del fracaso, en su convivencia. Me consuelo en la desconsolada y extraña recreación de la belleza. En su particular visión, y  en saber, que pese a todo lo que perseguimos, somos libres, más que nunca,  cuando no tenemos nada.

jueves, 14 de junio de 2018

El impulso, y en ella el sueño de la nada. Es tarde y la corona cae enroscada por el peso de la serpiente. Tanto que me has hecho decir, y no se para que. Soy como una espera, como el suelo frío aguardando la pisada. Sueño y crepúsculo. Azar y estrellas de cristal. Como el viajero que duerme en un trozo de tiempo que se desplaza silencioso en la madrugada para amanecer en un océano vacío. Y aunque es indudable que todo lo que merece la pena siempre ha estado ahí, cuesta aprender a perder. Es lo que marca la diferencia. La tormenta vence la carne pero no pierde al amor. Y después de todo ¿que somos? ¿que es lo que nos queda? Estancias vacías y hambrientas tras nosotros.

martes, 12 de junio de 2018

Dragones en el ascensor, música que aún resuena en los rincones huecos de mi cabeza. El aturdimiento a estas horas, cuando abro la puerta. Y me acuerdo de aquella serpiente atropellada en un carril de la huerta. Como olvidarla. Revolviendose, mordiendo los bajos de la furgoneta que la destrozaba mientras trataba de cruzar al otro lado. Que hijadeputa, como dentelleaba desesperada contra el metal. Quizá suponiendo que luchaba contra algo inmenso que la sobrepasaba. Y no era más que la furgoneta de un borracho que volvía del bar a la hora de comer. Pero el instinto se aferra a la vida hasta el último momento. Fui testigo. No fue la primera vez. La muerte no se acepta como un guión en las peliculas. La muerte viene y va. No tiene miramientos, ni contempla período de gracia.Ni cede ante los abrazos o las palabras más emocionadas. Y la serpiente volvió al mismo solar de limoneros del que emergió a esconderse, a aguardar su turno convulso para la muerte. Y era de larga como yo. No os exagero. Como no empatizar con ella. Como no recordarla. La muerte es la misma para todos. Acecha en la memoria, en las avenidads. Cuando cierras los ojos. Cuando te hablo. Y los azulejos entremezclados del patio de la casa de mi abuela de los sesenta. Collage perdido de una época que se fue y pese a su extinción, destrozó a mi familia materna. La tendencia suicida. Luto y comuniones de negro. Murmuraciones y miradas. La falta de sueño es de lo peor, lo arrastra todo con sus enormes garras hasta el poso de un océano triste y oscuro. Donde nadie se atreve a buscar. No volvemos nunca a ser los mismos tras un apocalipsis. Lo que sobrevive irremediablemente muta en algo más resistente. Y muere lo bello, lo puro, que no dura. Rosas frescas en la mano de un moribundo, como explicarlo, y la juventud que se escapan de mis manos y se refugian en mis sueños para celarme y asaltarme en las noches más tristes. Y en mitad del paraíso siempre suena un reloj a las 6:20 de la mañana. Y pese a todos los destrozos de la mente sobre la carne, hay una constelación negra grabada en mi brazo izquierdo. Nada de tatuajes. Sólo protección de alta graduación bajo el sol. Corre, corre sin mirar atrás por los carriles de la huerta. Todo sea por no recordar las tendencias enfermizas. La mortuoria tradición masculina. La modernidad nos está destruyendo, pisos pequeños y fragmentos de soberbia convenientemente empaquetados para ocupar poco espacio. La luz y el whisky tornan todo mezclado. Los dedos y la belleza, asustados, tan distantes, se miran y se encuentran. Y se prefieren. Pese a toda razón. En plena herida. Y a estas horas cuando ya nadie te escucha, todo lo que queda, parece lóbrego e indecente, y a la vez estrictamente familiar.

jueves, 7 de junio de 2018

La duda siempre es el primer escalón cuesta abajo en la caída. Los males de este mundo provienen en su forma primigenia de una duda no resuelta en el momento adecuado. Decidir para equivocarse es vivir. Dudar es morir en en la inexorable gravedad de las tendencias. Y puede que sólo tuvieras 5 segundos. Recuerdas tres palabras que no pronunciaste en aquel momento. Te mordiste los labios, y todo cambió para siempre. Al final de la escalera, ni la decisión ultima, ni el perdón valdrán nada. Más bien serán algo despreciable e innecesario.

Y otra vez, pensando en algo parecido a Dios, las voces me han vuelto a llevar a los bares. Mi sangre y el hierro han vuelto a comulgar en la oscuridad. No importa donde estés, Yo bebo jarabe negro y tu me hablas con tu voz dulce de azafata, que a mí se me hace triste pero llena de vida. Y se hace agradable llevarte como un peso liviano y secreto que apuesta por darle sentido a las horas. Aunque duela, aunque no tenga futuro, nada de esto está escrito. Durante horas las palabras fluyen y flotan en mi cabeza, y se pierden en el agujero oscuro según rezan los minutos. Y Es imposible ya mandarte esa postal que me pediste desde un lugar incierto pero bonito. Tus uñas pintadas de luna de plata ya no me saben a nada, pese a que en su tiempo los demás me miraban con envidia. Llego a casa y veo como el polvo se acumula en las cosas. Y tras el zumbido interminable del transformador de la planta baja olvido como siempre escuchar a Pink Floyd. Y Otra vez pienso en salir de este bucle, en buscar nuevamente a algo parecido a Dios en los bares. Y Me convierto en vino, para recorrer caminos, resucitar y amar.

sábado, 2 de junio de 2018

Smoking room

La smoking room de Revolver, un oleo con marcados tintes grises. La gente juega al billar, visten de época y se ponen en fila. Si hubiera un firmamento, un lejano punto en el infinito más alla que el techo desconchado, seguro que lo mirarían. Lo contemplarían en su infinita esencia. Si supiera hacer fotos me pasaría la noche entera aquí, sacándolos en blanco y negro. Retratandolos con o sin historias. Todos veis lo mismo, pero nos os dais cuenta. El mar no está tan lejos. Y pensando en él, siempre hay alguien muriendo. La vida se quema, y su sabor escuece como el vino tinto en la garganta de una mañana de resaca. El cielo tiene un corazón que algún tirano perturbado se come mientras desayuna. Pero no lo queremos ver. Y tu te lavas las manos. Y sabes, y has aprendido que con carmín los labios están acabados, sellan secretos y ocultan la gota de efervescente felicidad que da un beso. Y el tono secreto se hace arte en las manos cansadas,. El movimiento es la vida en ocho años agotadores. Nada que haga cosquillear los dedos de tus pies, ni siquiera un fantasma. Y quizá sea mejor así. Da miedo pensar en algo parecido al amor, porque duele. Y alguien te dice que le gustan de todos los colores, de todos los sabores, y yo pienso que a mí me gusta examinarles la nuca con calculada meticulosidad . Se que lo he dicho muchas veces, pero creo que no hay nada más erótico que la nuca de una mujer, y el ligero sendero que recorre su espalda, que desciende, que resucita las ganas en las curvas que cubren su esencia.  Me levanté de la cama, mire el reloj y me volví a acostar. Aunque esta vez no soñé con ella. El secreto dicen: es hidratarse siempre. Y allí estuve varias horas, sin pestañear, fumando como toda buena sala de fumadores requiere.  Más al fondo, había un cuarto oscuro en penumbra. Pero de eso no diré nada hoy.

jueves, 31 de mayo de 2018


Salir a correr a las 5 de la madrugada implica muchas cosas. Lo primero  propósito y fuerza de voluntad, luego constancia. Porque cuesta levantarse tan temprano, y salir a recorrer las calles de esta ciudad. Todo tiene un sabor estrictamente puro y remarcado. Murcia se queda muda pero no ciega. La soledad con su ingravidez acaricia las calles y cela las plazas, impregnándose de manera constante en cada fotografía. Pero aparte de eso, todo lo demás son ventajas. La ciudad posa ante ti en exclusiva, y el ruido de las gentes y la enfermedad de la sociedad, parece nunca haber existido. Los cuerpos vivos descansan. Tan solo tus pasos y los operarios de la limpieza que terminan su turno de noche, y algún que otro inmigrante que va a esperar que lo recojan para ir a trabajar. La luz es tenue y el camino lento, porque la velocidad no es para las aceras. Y ves gente saliendo de la sala REM, y echas por otra calle. Y en ese inmenso ejercicio de mantenerse despierto y guardar el equilibrio, siempre es inevitable que surja la eterna pregunta acerca del motivo que te impulsó a abandonar tu cama a esas horas.



jueves, 10 de mayo de 2018

Hay días en los que se clavan mis pies como estacas en este puto desierto de ideas. Las sombras invaden el atardecer, y mis sustancias orgánicas se recalifican en diversos parámetros. La soledad excava y extiende sus raíces implacablemente. La espada y el cartílago. Ni tu tan guapa, ni yo tan colgado, no valemos más que un gramo amarillento en este jodido desierto de arena y perdición. Da miedo pensar, en las cosas que te acusan, en las que otros creen a pies juntillas que has hecho, pero que no has hecho. Y el universo patas arriba, los reproches, y el deseo, ya vencido, lento, muere en la cuenta atrás. No somos más que dos unidades, tú tan guapa, tan bendecida por los astros de la belleza, como cientos de otras más que te ganan en juventud, y yo tan colgado, tan julandrón, me superan mil millones de buenas cosas que chupar, acariciar, leer o escuchar. La combustión se come en la noche los verbos, y tú, te levantas por la mañana, te maquillas, te gustas ante el espejo, te ves guapa, y eres realmente guapa, pero a la vez muy cabrona, pero llegas tarde y los compañeros de coche se enfadan, aunque a ti poco te importa, porque te lo perdonan. Te perdonamos. Tus sueños y las células son un misterio, oscuridad perpetua donde se esconden los culpables. Mi mala memoria, tu boca, y los falsos ídolos, y eso que dicen que los miembros izquierdos del cuerpo no saben hablar bien de amor. Y hubo un día que a mí me hubiera gustado bien oler, curvar y degustar las autopistas francesas de tu piel. Ser un perdido en tu bosque nubloso de inquietud. Azul, huyendo del negro camino de Portugal, evitando hostales de carretera y gasolineras con expositores de casetes baratos. Bebiendo cervezas y pensando en la reconquista. Aunque a estas alturas, Ya ni te acuerdas.

sábado, 14 de abril de 2018

A veces cuando se me va la mano con la cerveza, repito ciertas frases como mantras, como una especie de conjuros que me protegen en el anonimato con el cual me amortajo de todo.Una de ellas es, "todo se va a la mierda con una velocidad espectacular", y en los dias grises, cuando la rutina me sabe a mierda pienso en la otra parte "tengo ganas de fundirme con el hiperespacio". El haber perdido tantas cosas, te da un saber estar o algo parecido que engaña al paso del tiempo. Lo comido por lo servido. Como un sargento chusquero, en el ultimo día de una guerra que se da por perdida. Y sabes que lo único que cuenta es vivir.

domingo, 18 de febrero de 2018

Plasmas y neones se derriten ante tus ojos cansados, y queda afrontar el desafío de las leyes de la física en los sueños, y soportar los efectos de la química en el cuerpo. Lo que comemos, bebemos y soñamos. La fiebre, el aire y el espanto. La respiración contenida. La llave del segundo está aquí, cuando decidimos, cuando a oscuras en la cama buscamos un cuerpo al que abrazar. El ciclo reescribirá sus órbitas, aunque con nombres distintos, y lo que quede de nosotros asomará al polvo como las abejas a la jalea. Y el sueño de la niña. Pese al gran saqueo que has hecho de la realidad, por desgracia, hijo, no vamos a perdonarte. No retrocedas por el temor. La tristeza no nos deja ser,no nos deja salir, y el miedo nos consume como una zorra en un gallinero de madrugada. Estamos hartos, cansados y asqueados, sin embargo no podemos evitarlo. Ver de cerca la muerte te da que pensar. Para aquellos que pretendían los cielos y negaron la evidencia certera del peso de la realidad no habrá homenajes. Piadoso o sanguinario nómada, no importa, estás solo. No hay mayor certeza en esta existencia que la singularidad del uno, y su infinita soledad.

miércoles, 31 de enero de 2018