jueves, 31 de mayo de 2018


Salir a correr a las 5 de la madrugada implica muchas cosas. Lo primero  propósito y fuerza de voluntad, luego constancia. Porque cuesta levantarse tan temprano, y salir a recorrer las calles de esta ciudad. Todo tiene un sabor estrictamente puro y remarcado. Murcia se queda muda pero no ciega. La soledad con su ingravidez acaricia las calles y cela las plazas, impregnándose de manera constante en cada fotografía. Pero aparte de eso, todo lo demás son ventajas. La ciudad posa ante ti en exclusiva, y el ruido de las gentes y la enfermedad de la sociedad, parece nunca haber existido. Los cuerpos vivos descansan. Tan solo tus pasos y los operarios de la limpieza que terminan su turno de noche, y algún que otro inmigrante que va a esperar que lo recojan para ir a trabajar. La luz es tenue y el camino lento, porque la velocidad no es para las aceras. Y ves gente saliendo de la sala REM, y echas por otra calle. Y en ese inmenso ejercicio de mantenerse despierto y guardar el equilibrio, siempre es inevitable que surja la eterna pregunta acerca del motivo que te impulsó a abandonar tu cama a esas horas.



2 comentarios:

supersalvajuan dijo...

Vaya horas...

jm dijo...

@supersalvajuan siempre hay que hacer algo