jueves, 14 de junio de 2018

El impulso, y en ella el sueño de la nada. Es tarde y la corona cae enroscada por el peso de la serpiente. Tanto que me has hecho decir, y no se para que. Soy como una espera, como el suelo frío aguardando la pisada. Sueño y crepúsculo. Azar y estrellas de cristal. Como el viajero que duerme en un trozo de tiempo que se desplaza silencioso en la madrugada para amanecer en un océano vacío. Y aunque es indudable que todo lo que merece la pena siempre ha estado ahí, cuesta aprender a perder. Es lo que marca la diferencia. La tormenta vence la carne pero no pierde al amor. Y después de todo ¿que somos? ¿que es lo que nos queda? Estancias vacías y hambrientas tras nosotros.

2 comentarios:

supersalvajuan dijo...

Preguntas filosóficas de toda la vida...

jm dijo...

Cierto, que predecible que soy