sábado, 31 de mayo de 2008

Un coche que fue fantástico



Dentro de poco van a reponer en antena el coche fantástico. Una serie, que en cada uno de sus capítulos, al igual que en el equipo A, tenías que escuchar una inspirada y aclaratoria introducción repleta de ideales nobles y altruistas, que al final acababas por memorizar inconscientemente:

El coche fantástico es una trepidante aventura, de un hombre que no existe, en un mundo lleno de peligros. Michael Knight, un joven solitario embarcado en una cruzada para salvar la causa de los inocentes, los indefensos, los débiles, dentro de un mundo de criminales que operan al margen de la ley

Aquella serie, era la historia de un hombre y su vehículo. Un coche que daba su opinión. Extraña opinión. A nadie le interesaba salvo al conductor. Un David Hasserholf que vestía cazadora negra y pantalones estrechos. Con menos tonterías en el cuerpo que en el papel que lucía en los vigilantes de la playa. La de botes de laca que debía gastar por aquella época. Luego estaban las carreteras. American trucks, caminos polvorientos, malos muy malos y demás. La fundación (sin Buero Vallejo), el altruismo, y la vida solitaria. No respetar los ceda el paso, ni los stops. En cada episodio salían un montón y todo el mundo se los saltaba. El interior del coche era llamativo, y no sólo por la tapicería. No había píxeles en el panel de mandos, sólo botones de colores, dígitos y lucecitas intermitentes. Un dibujo y detrás una bombilla, eso si que eran efectos especiales. Particularmente me quedo con el botón que hacía que el coche saltara barrancos, ríos y montañas. Aunque hoy día todo este alarde de tecnología parece algo trasnochado, más bien me recuerda a mi despertador. Había que pulsar el botón de “Normal Cruise”, porque sonaba a normal. Y por aquellos años parecía bueno todo lo que sonaba a normal. Todo esto sucedía cerca del mediodía, cuando una cadena emitía esta serie (tampoco había mucho donde elegir).Y yo, un crío, sentado frente al televisor. Creo que todo esto pasaba antes de la hora de comer, o quizá después. Es igual, de eso ya no me acuerdo. El caso, es que por aquella época, yo también quería ser como Michael Knight.

2 comentarios:

supersalvajuan dijo...

¿Por qué no se abotonaba la mitad alta de la camisa? Un pelujón, es lo que era Michael. Lo de Buero Vallejo ha estado bien. menuda fundación.

Mary Lovecraft dijo...

A mí siempre me dio una especie de "repelús" este buen señor...repelús que se confirmó (y acentuó) cuando vio la luz la serie Vigilantes de la Playa...

pero bueh, mentiría si no te dijera que yo que también me llevé mis buenos ratillos viendo esta serie :)

un besote,
Mary.