Una noticia que revela lo que todos ya sabemos, que a fin de cuentas nos guste menos o más, dependemos del móvil.
Recuerdo los tiempos que estudiaba la carrera en Murcia, finales de los 90. Vivía en un piso con otros estudiantes. Cuando tenía que llamar solía ir a una cabina de teléfono. Raro objeto, que ya prácticamente ha desaparecido del paisaje urbano. Eran buenos tiempos, tú decidías con quien, cuando y cuanto querías hablar. Pero existía el nerviosismo de la espera cuando quedabas con alguien a una hora y en un lugar concreto. Te podías pasar media tarde esperando sin saber nada de la otra persona. Hoy en día ante un retraso marcamos y llamamos. Estar localizado siempre. Y el stress que esto genera, especialmente en algunas profesiones, que te pueden llamar a la hora que sea. Hay personas que incluso llegan a padecer trastornos a causa de esto.
Seguro que a los adolescentes de hoy en día se les hace difícil imaginar la vida sin teléfono móvil. A mí me pasaba de pequeño lo mismo con la tele. No imaginaba un mundo anterior sin tele. Y ahora, ya prácticamente nunca veo la tele. Bueno, salvo la serie “life on mars” que emite Neox los domingos. De lo poco que se salva.
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