sábado, 10 de mayo de 2014

Ante el orden y el fracaso, mejor creer en la ilusión del equilibrio de la simetria


Ya no llevas reloj, ni controlas el pago de recibos por Internet. Te han enseñado bien y del rollo de papel higiénico has hecho un libro sacrílego que economiza tus horas. Y de sus ruinas oscuras surgirá la espada forjada con lagrimas que te acompañará en la tiniebla y en la noche. Desnuda la flor, siluetas que acarician ruido y licores brillantes contemplan la simetría gris de la luna.  Vidrios que pierden el rastro de ti mismo cortan el aire,  has nutrido con tu silencio oscuro el rostro del abismo. Y es larga la tarde, y sabes que no tienes nada que hacer, y buscarás el ojo del viejo que ha sido mordido por la aguja, en un instante que sabes que no debes volver a recordar.El viento es una sola palabra que no perdona. Entre la realidad y la ficción, no hay mayor castigo que la memoria. El sueño, el vino. Sus cabellos han trazado la nada en tu despertar. La ansiedad que hay en tu interior, que tiembla, que te quiebra como a un erizo herido, cuando escuchas su nombre. El nombre de ella. El temor a equivocarse siempre golpea con fuerza y retumba fuertemente en la cabeza. Al final todo y nada son la misma cosa. Revientan las palabras y estalla la indiferencia. La vida te va venciendo, y lo sabes.Pero has aprendido a imitar sonidos que tienen  cierto color. Sacas tu lengua de la jaula e impregnas de silabas descaradas el trono invicto de los falsos oradores. Has visto morir a los héroes. Quizá por eso te sientes un poco mejor, porque ya no tienes ante quien compararte, y el desierto, como tantas otras veces, frente a tu espejo. Y es que hay sábados, hay  momentos, en los que la filosofía barata no sabe nada, en los que ante la sonrisa forzada de una bibliotecaria, no sabes si entregarle el carnet de socio o la tarjeta de crédito.


1 comentario:

supersalvajuan dijo...

Los falsos oradores...