miércoles, 15 de enero de 2020
De todo este tiempo, de todas las horas juntas, de todo lo que hemos abusado, no nos queda ni integridad ni concepto mínimo de lo que es el amor. De sus cenizas sólo sale abono para fertilizar campos nuevos. Y yo me quedo en casa. Pero en el fondo, nada de eso importa. En la mitad del camino, aunque creo que al 50% nada somos, por lo que queda, y lo que se nos cayó, del naufragio siguiendo la luz hasta su previsible final, no queda más que el frasco del perfume. Si yo hubiera sido un futbolista libre, como aquel que de tu pueblo lo ficharon y no pisó el tren por amor, cuando tú se lo pediste, porque llorabas imaginando la ausencia, si ahora yo no tuviera barriga ni muchas horas libres, como se puede ser tan subnormal de sacrificar el futuro, y tú, como es natural, cuando aquel futbolista no pisó el escalón del tren, al tiempo, te fuiste con otro. Y al final, todo es para nada.
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1 comentario:
Siempre hay que mirar atrás
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