miércoles, 26 de junio de 2019


Vísperas de julio. Las chicas con vestidos ajustados a rallas, sus labios pintados, y sus hermosas cintas floreadas recogiendo su pelo, y yo sin saber que decir. Sin saber hacia donde caminar. Todo arde, todo se difumina entre el calor y los olores.  Los tuneles estrechos de los callejones del centro  de Murcia. Los dias que se van y sus flechas que te atraviesan como graznidos de muda supervivencia. Como los extraños signos, como la soledad, frente a mí ellas me contemplan pero no me hablan. Queda mal hablar de follar, tras haber pasado un día de mierda de trabajo, de no estar verdaderamente. De no saber verdaderamente  como eres con esta rutina . Como si no fueras uno mismo, mientras no estas en tu lugar adecuado. Y si lo piensas, alguien te dirá: "Yo no puedo hacer nada por ti" Que les den. Yo soy como ellas, un resquicio autocomplaciente  en la soledad, en su silencio. Todo mal. El viejo pueblo con los rincones escondidos. El frío, el pasado y el cuerpo definitivamente absorbido por el sueño, ya rendido, pero siempre mecido hacia el viento. Como un jodido cabronazo autentico que busca su pasaporte en tu bolsillo hasta hacerte cerrar los ojos. Mientras la escritura sin alma inadvertida, perdida en el sudor humedo, sin nada que decir, ni una excusa para defenderme, ni un plano para saltar y esfumarme.

1 comentario:

supersalvajuan dijo...

"Resquicio autocomplaciente"... Da que pensar.