miércoles, 5 de junio de 2019


El aire, el razonamiento y el polvo. Escuchas pero no atiendes a nada. Quiero alcanzar el borde de tu falda. Soplar y cerrar los ojos.  La caja de cartón reteniendo los pensamientos, y el magnetismo de la voz de la diosa indie entre las brumas. Días en los que soñaba, saltaba hacía lo desconocido. O eso creía. Y como todo eso en la lentitud de los mecanismos cotidianos me ha atrapado. Un bucle. El infierno y tu punto de vista bajo un ojo de cristal. Diminutas particulas se acumulan sobre el marco del cuadro, donde nadie mirará, mientras el lado oscuro y salvaje entra en ebullición. Tus palabras eran mentiras que se camuflaban como la espuma en un caudal de indiferencia. Y no se veía nada. Todo valía. Casi nunca me acordaba, y no había con quien hablar. Y a pesar del viaje en el tiempo, todos dormían. Las horas oscuras en la noche, siempre tan raras. Tus ojos. El abismo. Decir que nadie cruzará este umbral, oír ruido de pasos tras de mí. Y al despertar, me decías que no sabías de que hablaba.

1 comentario:

supersalvajuan dijo...

Vivan los viajes en el tiempo