jueves, 7 de febrero de 2019
No te entregues, como si nada, no hagas más de este único momento una ofrenda a la derrota. Levántate, toma los libros que detestas y orina sobre sus frías cenizas al alba.
En el amanecer, que tengas de todo, menos arrepentimiento.
Me levanto. Como siempre. De esos días que te sientes como la sombra oscura de las grietas que habitas, como una suerte de espiritualidad cristalizada en la raíz misma del dolor. Y arrepentirme de tanto haber pensado en uno mismo. Y darme cuenta de que quizá me haya vuelto a contradecir.
Mierda. Y otra vez mierda.
Aunque me relaja saber que no existe nada que el fuego y la propia inercia del tiempo no curen. Veámonos pues en el primer rellano. Si quieres yo me haré el disimulado. Volver a subir la escalera, y recordar perder trozos de mi mismo en cada escalón, bajo el peso de la obscena mentira que devoraba cuanto me rodeaba. Y los rostros que no volveras a ver, que habitan como fantasmas en las bancadas minuciosamente talladas de la exhausta memoria, solamente reemplazables por la dulzura de la caricia de los bellos licores. Un fundido en negro. Un pretencioso mini Big Bang interior, Y los grupos de amigas que te ven, y agarran el bolso por si acaso. Eramos dos sueños, las sombras, lo que eramos. Y ahora delante, Bourbon envejecido en doble barrica. La coraza. El perfume y la mano, los días sin retorno. Las risas con los amigos, descorchado otro atardecer, las nubes espumosas se deshacen sobre la risa cansada. A flote, los huesos y los jarrones. Ante tus ojos todo limpio, muy limpio. Asquerosamente limpio. No teneis ni idea. En el mismo hemisferio el dolor y el destino. Ni placer efimero, ni caldo de sopa que todo lo cura. Ya no adorna aquel pozo sin fondo mi interior, de todo aquello un recuerdo, un museo, de esos por los que te paseas todos los días. Más allá de la niebla de la existencia perezosa poco más. Como desear no desear. No pensar.
Querer agarrarse a una idea, a una realidad socialmente aceptaday no soltarla. Eso nos dicen todos los días.
Y eso busqué
Mierda. Y otra vez mierda.
Como me gustaría reinventarme, alejado del centro, próximo a tu cintura. Como esperando, el licor de tus besos, dragones obscenos que me recorren el pecho acariciando, y corazones rojos. Tus piernas y el peligro. Cartas de poker vibrantes bajo las luces secretas, y una oscura mazmorra al final del tunel. Inalcanzable, la sed de ahora. Y nunca.
Un nuevo derrumbe, y yo cantando.
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2 comentarios:
Pensar te mete en líos.
Siempre.
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