La mediocridad,
inexpresiva,
acechante
como una bacteria silenciosa
en el estomago
que te persigue,
se acopla a ti,
que te acompaña siempre.
Tu sufres, y ella sufre,
aunque en los manuales de los médicos
te digan que ella se divierte a tu costa.
Es mentira, una gran mentira.
Todo lo que hay dentro de ti,
siente como tu sientes,
mucho más que cualquiera que pase frente a ti,
te sonría
y acaricie falsamente tu piel,
Todo lo que contiene tu bolsa de carne
va contigo, eres tú.
Todo lo que te devora y acaricia en silencio,
te acompaña en cada instante.
Aunque suene feo,
Las trampas del sistema,
y su vertebración endémica milenaria.
Unos muchos, para unos pocos.
Ellos dictan las reglas.
Tú las reescribes en tu pizarra
de carne, hueso y sangre
cada día.
Para no pensar,
para no sufrir,
la mediocridad,
Como un beso que no das,
y te contagias a ti mismo,
como un paréntesis faraonico en dos líneas,
que esconde un dolor inmenso.
Como ese beso que sí que das,
y de aterciopelada mediocridad,
que ya ni reconoces,
saliba, deshiela el desencanto.
Como otro período más de tiempo cubierto
En la urgencia de los minutos
El aspa sucia de grafito mancillando
la casilla blanca,
vacía, inmaculada.
Mientras te acaricias la barbilla
y esperas la respuesta adecuada.
No somos nada frente a la predestinación,
el ADN y la probabilidad de enfermedades,
la tasa de mortandad y el vademecum,
se escapa la respuesta sosegada,
tu corazón tatuado con cristales
rojos escarchados
y lamentos de garganta.
Llegan las facturas y cambian los dígitos
en los cuadernos maravillosos.
Se alejan las orillas,
y derraman
las ramblas en nudos de sudor retestinada
en tu ausencia,
ya no brillas como antes,
se difumina la perfección de la escultura
de tus labios,
no me seduces en el hueco gris de las tinieblas
como hiciste,
como yo me prometí verte,
ante mis ojos,
ya no te encuentro en tu pueblo
sagrado de rocas blancas edulcoradas.
El pensamiento, el espacio,
se vuelven miserables
cuando en la boca misma
nos falta una silaba.
En la esencia misma de lo que eras tú.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
1 comentario:
Tic, tac, tic, tac... Urgencia de los minutos...
Publicar un comentario