viernes, 6 de mayo de 2016

El cansancio y la renuncia a los festivales musicales del sureste español. O como acabé volviendo a lo mismo sin querer. Como al principio (más o menos) pero sin mucho interés



Asumiré y temeré, pero en el fondo me guiaré, siguiendo todos mis pasos y predecibles instintos hasta el extremo más inaudito e impenetrable. Pienso en la soledad, como al principio, cuando escribí aquellas primeras ridículas líneas, y luego me fui a pasear en bicicleta, pero todo eso a estas alturas ya no importa, no hay nada más que lo que cabe en mi bolsillo, y en el fondo es artificial. Un descosido, y no hay más que un triste final. Las heridas son combustible para naves espaciales que me recogen los domingos, y me pasean por ciertos bares cálidos de corte sudista. Y me trastean. Y en Murcia hay muchas mujeres guapas que pasean por la calle,   y me ruborizo con tan sólo mirarlas e imaginarlas. Como un puñetero colegial, hambriento de cariño y rozamientos continuos y predecibles. Y queda en mí, participa de mi incongruencia, como una esencia, la sombra. Pagas o no por los errores, pero este mundo, no tiene más reglas. Que a estas alturas no hay más juez que uno mismo, y la realidad se desinfla saboteada por la dureza de una piedra que cae implacablemente, como lo más vulgar, como lo más exacto de todas  las cosas. Y el peso relativo, que aplasta, y te amordaza, como la más absoluta de todas las verdades. Y A veces me pregunto sino es el amor una especie de enfermedad mental, que nos trastoca, que nos posee como un virus. Y nos vuelve tontos, ansiosos de relojes,pensamientos, desiertos  y palabras.

2 comentarios:

supersalvajuan dijo...

Aquí hay profundidad de las buenas.

jm dijo...

Últimamente parece que los fines de semana son la plataforma perfecta para la profundidad