martes, 19 de mayo de 2020

Nunca lo vi más claro hasta que no tuve nada delante. La ausencia de deseo. El amor es como una avaricia desmedida. Solamente cuando se deja ir se comprende. La piel libre, sedienta y desenfrenada, como caballos que recorren un puente sobre un abismo, inconscientes pero decididos. Arrasaran con todo. La ciudad por muy grande que sea no tiene nada que hacer, ante la inmensidad del plano del corazón que late solitario elevándose sobre el naufragio. Y de todo esto llegará un momento en el que solamente podrás suponer, y aunque al principio dolerá, con palabras que es difícil expresar, luego aprenderá a vivir contigo. Y la paz emanará del silencio, por encima de todos los domingos hundidos. Somos lo que tiene este momento, lo que entretiene a la muerte. Dejar pagadas misas, por años, decorado de asfalto sobre la herida desnuda. Triste basura masticada de tibias de alfabeto. El hombre y el viaje. La pluma que se desliza fría y lenta sobre la rugosidad del papel, y el miedo a la página vacía. Tocar el norte con los dedos, soñando el sur con los labios. Y el olvido que ha sembrado trozos de nosotros, como cristales que se difuminan en la noche infinita.

1 comentario:

supersalvajuan dijo...

Entretener a la muerte...