I
Una mosca, un cuerpo inerte que flotaba. Un esputo. Noche y día vacías las alas, y el rumor tenue, como un animal que huye. Luego el fuego y las falsas confesiones escogidas. Es música y dios se derrite de los libros. Entre tus manos. Y miras a otro lado. He vuelto a ensuciar sin querer la tapicería. Y cuando miras el reloj se hace interminable el encierro. Algo escasea, la lengua se relame, y el corazón escarchea sediento de amor. No hay nada. Todo esto ha sido terrible, pero no hay nada. Destello de dientes rotos. Luego lo has pisado, y las sandalias se han roto. En la desnudez de los pies, como minutos temblorosos se marca ese borde del espacio en el que soñaste una vez que eras algo más que una espera.
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