lunes, 30 de julio de 2012

Una historia verdadera. Una road movie desde una cortadora de cesped

Dicen que la base de la idea de la historia: un anciano que decide iniciar un viaje a través de varios estados americanos en una cortadora de césped para visitar a su hermano enfermo, se la dio su mujer a David Lunch. Ese bebedor compulsivo de café, que nos tiene acostumbrados a películas tan poco comunes, como a veces tan geniales, con esta road movie que destila sencillez, nos adentra en un universo intimista que aborda ciertos aspectos que se plantean al final de una vida. El saber que el tiempo se agota, que hay personas especiales a tu alrededor, ellas te hacen especial a ti, y tu las haces especiales a ellas. Ayudar a encontrar a los demás su camino valiéndote de tu experiencia, exorcizar los fantasmas y demonios del pasado con alcohol para acabar procurándoles una estantería polvorienta en la mente sobría. Y es que puedes estar cabreado con alguien, y que pasen diez años y seguir sin hablarte, pero el tiempo tal como pasa se va,el odio acaba por destruir a quien lo mantiene, y al final descubres que has pasado muchos años perdiendo algo especial, y ya casi ni recuerdas los motivos. Y cuando de verdad existe un sentimiento no es necesario recurrir a las palabras para establecer un punto de disculpa. Se puede compartir un cielo nocturno en silencio y decirlo todo.

jueves, 26 de julio de 2012

Death Wish (Yo soy la justicia)

Decía cierta profesora en la carrera que las películas de Charles Bronxon eran de tinte fascistoide. Etiquetas aparte, las cintas más características de este famoso actor de bigote poblado, ojos pequeños, y parca expresión son las de la saga de Death Wish, que llegó hasta las 5 películas, lo cual ya denota de por sí cierta aceptación y éxito entre el público. El argumento de estos títulos es más bien simple, pero altamente exportable, como toda buena franquicia: Un buen ciudadano sufre la perdida de un ser querido de su entorno a manos de las hordas de delincuentes que acampan a sus anchas por la ciudad y se extienden como una plaga. La policía y la justicia se ven impotentes y no hacen nada.

Es aquí donde aparece la figura del justiciero, que cansado de la ineficacia y pasividad general decide tomarse la justicia por su mano. Coge su pistola y el código de Hammurabi, y empieza a repartir balas entre los delincuentes sin el menor miramiento. Hasta ahí podría parecer un argumento común, bastante violento. Pero siempre hay algo más. En estas películas se intuye cierto respaldo social. La policía mira para otro lado, porque en el fondo la figura de el justiciero vengativo es efectiva contra los delincuentes, a que les da miedo salir a la calle y desciende el porcentaje de delitos, y los ciudadanos de a pie defienden al justiciero, e incluso lo ayudan a escapar tras sus tropelías, porque lo ven como al único que se involucra en el mal general y hace algo por combatirlo. A partir de ahí siempre se puede interpretar desde diferentes lecturas, pero lo cierto es que estas peliculas tuvieron que gustar, porque se hicieron cinco de ellas y alguna llego incluso a ser versionada para las plataformas de juegos de 8 bits.

sábado, 21 de julio de 2012

ocho quilates, una historia de la edad de oro del software español

Yo llegué un poco tarde a la generación de los 8 bits. Corría el año 1988, era un crío, y mi padre hizo un desembolso potente de dinero de la época y me regaló un Amstrad CPC 6128. Atrás quedaban las largas tardes admirando el MSX Toshiba de mi vecino Maxi. Nuestro país, como en tantas otras cosas, había llegado tarde a la carrera del desarrollo de software para micro-ordenadores, pero recuperó bastante terreno, a través de la elaboración de videojuegos de calidad, gracias a la iniciativa de una serie de chavales autodidactas que pusieron empeño e ilusión en exprimir aquellos rudimentarios equipos, y consiguieron, que a finales de los ochenta, España se convirtiera en una potencia a tener en cuenta en el desarrollo de videojuegos. Ocho quilates, una historia del software español, escrito por Jaume Esteve, en su primer volumen (el segundo saldrá para septiembre) relata las peripecias de los pioneros: Paco Suarez, que escribía programas sin tener ordenador, y que crearía el primer videojuego español, la pulga, que saltaría al mercado inglés convirtiéndose en número uno. A los jovenes hermanos Ruíz, que crearían Dinamic, pseudonimo de calidad, dentro y fuera de nuestras fronteras, y a otros grandes como Made In Spain y Opera. Una generación que aguantaría en primer plano unos cuantos años, hasta 1992 aproximadamente, y que dieron lo mejor de sí, en un época en la que en el extranjero la etiqueta de software español solía ser sinónimo de garantía. El libro hace hincapié en todos los detalles: elaboración de juegos, entrevistas con los programadores, acompañado de numerosas ilustraciones, y viene a rellenar un hueco que existía dentro del mundillo de los aficionados a los 8 bits.

viernes, 20 de julio de 2012

Arqueología de mi habitación

El otro día, mientras mi madre desalojaba mi antigua habitación para darle una mano de pintura, encontró uno de los tesoros de mi época tardo-infantil, se trataba del poster de Batman the caped crusader de 1988 y del Daley's Thompson olympic Challenge, que en aquel año conseguí que me regalaran en una tienda de videojuegos.
Recuerdos y nostalgia, hace ya 24 años. Nos vamos haciendo viejunos.

sábado, 14 de julio de 2012

Perder la cabeza por una rubia

Esta mañana mientras me enzarzaba en mis típicas divagaciones de sábado he visto al pobre Kong (1976), como perdía la cabeza por una rubia, concretamente por una despampanante Jessica Lange, que lo llevaba a la perdición.

jueves, 5 de julio de 2012

Auto de Fe

Esta mañana me he despertado y cuando he puesto el telediario y he vuelto a ver a los políticos haciendo de las suyas, me he imaginado el Madrid de Los Austrias. Y un gran auto de Fe en el que los grandes pecadores de este país hicieran un mínimo ejercicio de expiar sus culpas.